viernes, 28 de marzo de 2014

Lo que no te mata te hará escribir.

Ya está bien de inyecciones cargadas de inseguridad en dosis mortíferas.
De melodramas.
De idas y venidas.
De tus peccata minuta entre risas.
Y de las prisas.
Sobre todo de las prisas.
Que dentro sigue habiendo ruinas y tú no pareces querer ayudar.

Ya está bien de este falso autocontrol disfrazado de indiferencia.
De las dudas.
De los cambios.
De por qués.
Y del conformismo.
Sobre todo del conformismo.
Que conformarse es ser funambulista en tus precipicios y sé que a veces quieres verme caer.


Ya está bien.
Punto y final.

Un punto y final a estas ganas insaciables de anestesiar el dolor de todos mientras a rastras ignoro el mío.

Un punto y final a todo ese miedo al que me acostumbraste.

Un punto y final a las miradas hacia atrás añorando lo que jamás pudo ser.

Un punto y final.
Que con todo lo que ha llovido.
Siempre acaba siendo una coma.

Y ya me quitas las ganas de escribir.

jueves, 20 de marzo de 2014

Pero antes que me lo expliquen a mí



A ver como le explico al mundo que llegaste
te encontré o me encontraste
qué sé yo.
Destrozaste mis esquemas,
mis dudas, mis porqués,
mis peros -y lo más importante-
mi alter ego.
A ver como le explico al mundo
que has borrado en días
los últimos dos años de mi vida.
Y me encanta.
Y me aterra a la vez.
A ver como le explico al mundo
y esta vez lo diré decidida
que no quiero más explicaciones
que las de tus manos.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Alter ego.

Dicen, -aunque yo no soy mucho de escuchar a alguien que no sea yo misma- que todo final es un nuevo comienzo.
Y aquí estoy otra vez, en el principio o el final de algo, aun no sé el qué.
Me ha costado más en todo este tiempo cerrar capítulos en mi vida que a Ana Botella le costará sacarse el B2.
Y eso dice mucho de las dos, aunque sobre todo de mi.
No sé bien como empezar. O acabar.
Porque a mi lo que me gusta es estar siempre en medio, haciendo algún destrozo.
Si tuviese que resumir en una palabra los últimos cinco años de mi vida sin duda sería: . Como pronombre o posesivo, eso ahora es lo de menos. Y yo siempre estoy de más. 
Ya me entiendes.
Tú.
Tu felicidad.
Tu vida.
Tu tiempo.
Tu espacio.
Tu decisión.
Y luego yo, si queda sitio para mí en algún lugar, o si queda rastro de mí, claro.
Lo mejor es cuando ya no sabes a quien dirigir todos esos "tú". Cuando todos esos "tú" acaban siendo un yo de la forma más indirecta posible.
Tú no eres la misma.
Tú has cambiado.
Tu vida.
Tu tiempo.
Tu espacio.
¿Tu decisión? Eso si que no.
Y ya no queda sitio para un nosotros.
Lo peor, es cuando empieza todo, o acaba.
Y no tienes ni fuerzas ni ganas de cerrar otro capítulo, porque creías que por fin este era el bueno.
Pero tu alter ego te la ha vuelto a jugar.
Y yo siempre añado dos puntos suspensivos al punto y final...